Bienvenidos
de nuevo a mi Quebrada de Oro. Esta vez, no me extenderé tanto como lo hice en
Winter Wind, no obstante, manejo una temática que espero les interese por ser
ligeramente diferente a las anteriores. Podrán haber notado a través de mis pasadas
entradas que tengo un gusto muy fuerte por los artistas del barroco, el
romantiscismo y el clasicismo; prefiero la técnica y la exaltación
de la figura humana al arte contemporáneo y no me inclino mucho por la experimentación
puesto que a veces esta parece ocultar demasiado su significado y resulta demasiado desordenada. Aun así, esto no
significa que no sea capaz de admirar y apreciar el trabajo de artistas de la actualidad, como Rob Gonsalves.
Rob
Gonsalves es un arquitecto y pintor canadiense cuyas obras se pueden inscribir
en el realismo mágico. Si bien en su juventud tuvo una fuerte influencia por
surrealistas como Yves Tanguy y Salvador Dalí, sus pinturas no se adjudican al
surrealismo dado que surgen de la observación de la realidad y de una planeación
consciente para imbuirle a la misma un toque mágico; es decir, no son producto de un
proceso onírico.
En su
condición de arquitecto, Gonsalves es un maestro de la perspectiva, y aprovecha
estos conocimientos para crear interesantes ilusiones ópticas. En últimas, nos
incita a ver más allá, a creer en las posibilidades y a ampliar nuestro punto
de vista. Causa mucha emoción encontrar en lo irrealizable reflexiones acerca
de los deseos humanos y la proyección de los sentimientos. Descubrir que lo mágico puede revelar mucho acerca de nuestra naturaleza.
Comparto tres pinturas de este artista, que son de mi particular interés:
Water Dancing
The Dancing Wind
Carved in Stone
CELEBRACIÓN
Se ha
esfumado la penumbra
y el
cielo está vestido
por una
miríada de cristales,
veletas
lentas lo navegan espumosas
y un
aroma amable se desprende de los sauces.
Mis dedos
señalan una perla alada
descansando
en las alturas,
paloma
deslumbrante,
un ave en
primavera;
tibias ilusiones de formas muy difusas.
Con el
cabello suelto, los oídos descubiertos,
mi alma
de granate celebra con tu canto;
rondas
tibias deslizándose sutiles,
poesía
simple nacida del encanto.
Tañen las
campanas,
siento en
tu pecho inflamado
el
resonar de arpas afrutadas
¿Podré
entibiar mis mejillas
en tus
floridas hondonadas?
¿Podré acunar mis manos en
las liláceas curvas de los astros?
Un ángel
negro gime en
su exilio
inexistente.
Un ángel
de oro danza
en su
altar azucarado.
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Lorena Figueroa Buitrago
Como lo hago usualmente, cierro esta entrada con
música. Espero que disfruten tanto como yo de la hermosa voz de Marina
Diamandis, mejor conocida por su nombre artístico Marina and The Diamonds,
interpretando su tema “Happy” en versión acústica.
Marina
and the Diamonds - Happy (versión acústica)
Ron Gonsalves es un genio y un maestro de la perspectiva. Es uno de mis artistas preferidos porque junta, tal y como tú lo dices, dos cosas que para mí son claves en la ejecución de una obra: la imaginación alocada y la planeación consciente. El concepto onírico es en sí mismo atrayente, pues son los sueños aquellos que nos desligan de lo establecido y nos permiten explorar nuevos rincones de nuestra mente hasta entonces desconocidos. Es un poco lo que los poetas intentan hacer, es decir, romper la cárcel cuadrada impuesta por las palabras y construir nuevas realidades con nuevos conceptos nacidos de la experimentación y el atrevimiento. Pero, desde que los sueños son algo terriblemente personal, al igual que sus interpretaciones, me temo que las obras ejecutadas puramente desde el punto de vista onírico son demasiado abiertas en su interpretación, cosa que no es mala, pero que a mí no me llena, artísticamente hablando. La propuesta de Gonsalves, en cambio, partida de su planeación, se vuelve universal y es capaz de hacer volar la imaginación de cualquiera. Me hubiera encantado que compartieras más obras de él, porque sinceramente tiene unas increíbles.
ResponderEliminarTu poema tiene un aire fresco, festivo, primaveral y muy romántico. Me gusta mucho la manera en que pinta todo un cuadro mediante su descripción del cielo. Logra transmitir una frescura juvenil en sus primeros versos y un deseo de embellecimiento mediante la interacción con aquellos a los que amamos y con la naturaleza en los últimos. El poema entero es alegre, excepto por este verso:
“Un ángel negro gime en
su exilio inexistente”
Casi podrías haber terminado el poema sin este verso y sería el mismo una consumación de alegría, hermosura y jovialidad. Este verso empaña un poco esas sensaciones y en parte resalta el hecho de que la dicha de unos es la tragedia de otros. Me ha intrigado esa elección tuya y me ha parecido interesante.
Un saludo,
Tefa.