Nenúfares

Nenúfares
Nenúfares por William Jabez Muckley

domingo, 11 de octubre de 2015

Vanitas

Vanitas vanitatum, omnia vanitas


Vanitas de Alexander von Fäckl

El arte no tiene límites: todo elemento, todo valor, todo sentimiento constituye una fuente inagotable de inspiración para los artistas. La musa, la idea misma conduce a la realización de la obra. Dado el caso, esta se puede volver un común denominador en las creaciones artísticas llevando a la conformación de un movimiento o una corriente.

Durante el periodo Barroco, la vanidad -vanitas en latín- entendida como la vacuidad de la vida terrenal, de las posesiones materiales y la insignificancia de lo que es tangible; sentó las bases para una categoría particular de bodegón. De hecho, fue un elemento esencial para impulsar las naturalezas muertas.


Vanitas de Franciscus Gysbrechts

Las composiciones que se engloban en esta categoría usan varios elementos simbólicos cuyo propósito es recordar al espectador que la vida es breve, que todos caminamos inexorablemente hacia la muerte y que no tiene sentido apegarnos a cosas banales como la belleza, la carne o la riqueza.
 

No es de extrañar que esto nos suene un tanto religioso: el surgimiento de las vanitas se fundamenta en la bíblica frase de Eclesiásticos: "Vanidad de vanidades, todo es vanidad".

Vanitas de Antonio Pereda

Si queremos reconocer estas "vanidades" podemos fijarnos en varios elementos: el cráneo humano es el objeto por excelencia, considerado universalmente como la representación de la muerte. Es un memento mori, siempre rodeados de símbolos referentes a las actividades y devenires propios de la existencia humana: la guerra, la ciencia, las riquezas, los placeres y la belleza.

Las burbujas representan la fragilidad y lo efímero de la vida. Los relojes gritan que el tiempo nunca deja de correr, las frutas podridas señalan la prometida senescencia de la juventud, el humo indica que todo se esfuma, y los instrumentos musicales se exhiben, irónicos, para denunciar el precio de la voluptuosidad. Aunque se trata de bodegones, en algunos encontraremos ángeles y santos no como seres vivientes, sino como severos simbolismos religiosos. 

Vanidad de Juriaen van Streeck

En este sentido, las vanitas difieren de la concepción directa que tenemos de la vanidad como pecado capital. Sin embargo, en esta entrada quise explorar amabas orillas, y por eso, lo que sigue a continuación es una muestra de la obra de Auguste Toulmouche, un pintor francés perteneciente a la corriente del realismo académico.

Vanidad de Auguste Toulmouche

A pesar de ser un realista, Toulmouche pone en sus obras un gran toque de idealismo. La mayoría de ellas representa a jóvenes mujeres burguesas ("deliciosas muñecas" como apuntó Émile Zola) sorprendidas en situaciones de la vida cotidiana. Toulmouche logra captar una intimidad increíble en sus creaciones, y nos hace partícipes del encanto que envuelve a unas vidas que no son nuestras. Su trabajo es excepcional, pero ha sido un tanto opacado por el famoso Monet, a quien acogió y aconsejó seguir las enseñanzas de Charles Greyre.

La Toilette de Auguste Toulmouche

El idealismo de la burguesía del siglo XIX  que nos muestra Toulmouche revela un pequeño desliz: la vanidad. Esta vez no se trata del carácter efímero de los placeres y las posesiones terrenas, sino del pecado en pleno florecimiento. La vanidad es el orgullo y la arrogancia que nos lleva a crear concepciones elevadas sobre nuestras cualidades y que nos sumerge en una afanosa búsqueda de la adulación, la admiración y la envidia de los demás.

La mirada de admiración de Auguste Toulmouche

Las pinturas que comparto aquí son las vanitas de Toulmouche: una mujer besa un espejo, otra se acicala durante su Toilette, una joven está arrobada contemplando su reflejo y una novia, aparentemente indecisa, se rodea de doncellas que la adulan y la miman... Parece que Toulmouche nos dice que la vanidad es un bellísimo pecado.


La novia indecisa de Auguste Toulmouche


Vanitas

Tal vez quieras empezar por adorarme
llenarme de esas gemas que trajiste del ocaso,
besar mis pies desnudos danzando entre los lirios,
buscar mis claras fuentes de amor tornasolado.

Podría detener el reloj en la hora de las brujas,
y caerían los pilares de estas prisiones agrietadas.
No hay razón para morir en el olvido,
escapemos hacia un altar donde solo reinan mis penumbras.

Toma mi mano, te regalaré las riquezas de los sabios,
un suspiro cristalino por la entrega al abandono;
un infantil destello pujando en su capullo,
un carmín atisbo enmarcando labios rojos.

Únete a mi séquito, soy una pantera,
un ángel negro que remonta su carrera hacia los cielos,
un portento de beldades juveniles,
la belleza exhibiéndose en su cámara de hielo.

He soñado con una miríada de profecías,
y en ellas la sensualidad resuena fuerte:

Si me acunas,
desaparecerán las horas de silencio;
si me abandonas, soñarás cada noche
con aves sacras agonizando sobre ajenjo.

----------------------------------------------------------------
Lorena Figueroa Buitrago


Finalmente, los invito a disfrutar Black Beauty de la icónica Lana del Rey, una de mis artistas favoritas. Es realmente gratificante dejarse seducir por su voz. Muchas gracias por leerme, espero que hayan disfrutado esta nueva entrega y que me regalen sus comentarios, los cuales estaré encantada de leer :)